Todas estas dotes y una pluma fácil y flexible necesita el escritor que quera seguir Venezuela en su varia fortuna, y representarla en los días de peligro y gloria y en los de oprobio y degradación. Y hasta la diversa disposición de espíritu de los historiadores es indispensable, entusiastas y poéticos o severos y tristes, para trazar con verdad los cuadros graves y sublimes, terribles y sombríos, viles y miserables de nuestra historia. Así cuando haya que pintar a Venezuela a la cabeza e la América del Sur, venciendo las grandes batallas, haciendo estremecer al Cuzco, rindiendo a doce generales, creando a Colombia, constituyendo al Perú y dando ser a Bolivia; cuando tengamos que admirar el valor venezolano decidiendo las grandes contiendas, sus soldados de fortuna hechos jefes de las naciones que crean, las plazas públicas decoradas con sus estatuas y sus nombres convertirse en los nombres de las capitales y hacerse los grandes recuerdos de nuestra historia; fuerza será toma de Tulcídides y Tito Livio el estilo grandioso y elegante, las nobles formas, severas y sencillas de estos historiadores.
Que si es preciso trazar corazones degenerados y caracteres débiles, la tenacidad y presunción de los gobernantes, la versatilidad y ligereza de los ministros, la ambición y despecho de los tribunos, la disposición turbulenta de las poblaciones; o ya el caos sangriento de la anarquía, y pintar el egoísmo, la crueldad y el desenfreno de soldados rapaces y facciosos, manejos viles e intrigas, el olvido d toda virtud y pudor, la avaricia y el desprecio a las leyes, la República a merced de la fortuna y capricho de sus enemigos, la degradación de los ciudadanos que se precipitan en la servidumbre, la expoliación del erario, la bajeza del pueblo, el menosprecio merecido de todas las naciones, claussum armis, senatum, ahí están Tácito y Guicciardini, tristes y severos historiadores de una época semejante y a veces de crímenes iguales.
¡Pueblo singular que ha recorrido en pocos años lo que hay de más excelente en la gloria y la libertad, y de más ignominioso en la servidumbre¡ Quid ultimum in libertate…quid in servitute.
Nuestro primer pensamiento fue escribir la historia general de Venezuela, sueño de nuestra juventud y tentación seductora en nuestra proscripción civil; pero el éxito de las pocas que hasta hoy han aparecido, solo ha servido para calmar nuestro arrojo y desalentarnos. Y ciertamente que es difícil en medio de la escasez de documentos sobre algunas épocas, y de falta de apuntamientos y memorias, que quién en el laberinto de otras y en la averiguación de hechos importantes, controvertidos o dudosos, seguir a Venezuela a través de sus vicisitudes políticas, unida a España o combatiéndola, haciendo parte de Colombia o rompiendo la unidad y constituyéndose independientemente; agitada primero en su separación definitiva, próspera y feliz más luego, hasta hallar la esclavitud y la miseria, al ir en busca de una libertad irrealizable y de un bienestar quimérico. Escribiendo con exactitud y candor los hechos importantes de los varones que figuraron en la vasta tela de tantos sucesos, los dividimos realmente para estudiar mejor y para ilustrarlos, y prepararnos materiales preciosos al escritor futuro de esta vasta epopeya. Faltarán los grandiosos cuadros y pinturas, que una historia general comporta, pero el interés y la instrucción no perderán nada; ya que estudiando a los hombres en sus diferentes pasiones, aislada y detenidamente, se comprenderán mejor los sucesos en que tomaron parte, su carácter e influjo. Sin aspirar a una imitación imposible de los modelos antiguos, a la fuerza de veracidad y curiosos pormenores, procurarnos ser interesantes como Plutarco; y harto hombres presenta nuestra época para imitar modelos poco difíciles de Suetonio y Procopio.
La biografía de Martín Tovar y Tovar nos servirá para describir la época pacífica, que precedió a la revolución y os grandes acontecimientos en que tuvo parte; la vida inactiva y o abril, aurora brillante de tempestuosos días; la lucha del deber y del patriotismo contra los lisonjeros halagos el poder absoluto; el trabajo en medio de las preocupaciones de la política; la independencia de carácter en contraste con una admiración reconocida pero servil; y a través de pasiones viles y de los crímenes d una revolución larga y sangrienta, no una virtud de cálculo, que es la virtud del vicio, sino la verdadera virtud, la santidad del alma, convertía en gusto, instinto, costumbre y difundida en hechos de beneficencia y generosidad, y en una abnegación natural, sin esfuerzos ni sacrificios.
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