domingo, 27 de noviembre de 2016

Romanticismo historico social 3-4

MESENIANA A FERMIN TORO

Meseniana a Fermín Toro
(Por Juan Vicente González) Pereció  como perece  un   instru­mento divino en la discordia de los elementos terrestres, resonando en el universo.
Toro
Es medianoche. Silencio dulce y triste envuelve la tierra adormecida. La luna pálida va visitando las dispersas nubes; las estrellas del cielo se miran en los ríos; las cimas de los árboles se estremecen, murmuran y parecen pensativas... Aún está más triste mi corazón. En vano un aire fresco acaricia las hojas; el otoño imita en vano las galas de la primavera y flores del color del cielo recogen en sus tiernos pétalos las gotas del rocío. ¿Qué  nuevas desgracias amenazan a mi patria? reciente crimen se ha cometido en nombre santa libertad?
¡Es que acaba de abrirse una tumba  y ha caído en  ella el último venezolano, el fruto que crearon la  aplicación y el talento, y que sazonó la paz en los  envidiados días, que para siempre huyeron de gloria nacional! ¡Llorarle es afligirse  con los  destinos de un pueblo condenado a vivir en las  ceniza de sus días pasados!
¡Oh! ¿Quién me diera las alas del canto para volar  hacia esos tiempos, praderas cubiertas de  rosas  donde la libertad sonreía como las flores de loto  sagrado, donde una nación dormía, a la sombra de  palmeras, entre sueños de amor y de felicidad
¡Cuatro jóvenes, cuatro árboles, llenos de perfumes y vida, alzaban allí sus altivas copas, o gloria de la patria; y a todos, a todos los ha segado  la muerte!
Por nueve años, bajo caney pajizo, extraño  a las  cosas de la vida, errante con los astros  por los espacios  del cielo, atento a la divina música que  los guía; con la pluma en la mano, o bien mustio y silencioso, viendo las olas crecer, enfurecerse y  estrellarse a los pies de su morada, languideció elmenos joven de aquellos varones, el que planto en  Venezuela el árbol hermoso de las matemáticas…
La naturaleza le había hecho orador  con la firmeza, flexibilidad y energía que distinguieron su palabra; con el brillo y magnificencia de lenguaje,inseparables del fuego del corazón, víósele siem­pre del partido de las nobles y generosas causas. En tiempo en que las Cámaras sabían guardar sugravedad, estuvieron muchas veces para olvidarla en un entusiasmo sin ejemplo. Poseía el principal elemento del orador: una voz de corriente pura yextenso aliento, de sonido preciso y claro, de acento distinto y vibrador, que marcaba todos los movimientos de su alma sublime. Era una voz eco de su espíritu, música de su genio, dulce y flexible, patética o irritada, que sonaba a veces como el clarín guerrero, llena de ritmos y ar­monía.
Como político, Toro fue de esos espíritus ideales que sueñan hermosas teorías sobre el cabo de Suniun o en los jardines de la Academia. Abrasaba su alma el amor de la libertad, llama celeste, y el amor de los hombres, que en él no se debilitó jamás. Cuando el demonio tentador de la gloria, el odio a la injusticia, la impaciencia de vengar los ultrajes de la patria, le arrastraron a ar­dientes polémicas o a peligrosas resoluciones, su espíritu, en emoción perpetua, se esparcía sobre todos los objetos, colorando las palabras,animando y engrandeciendo los hechos.
Tres veces visitó Europa al servicio de la República. Con el célebre apellido de la esposa de Bolívar en un pueblo aristocrático, joven, de maneras brillantes, de palabra viva, lleno de talento y graciauna nación grande le ofreció en su seno honores y fortuna. Todo le convidaba a aceptar. ¿Qué le esperaba en un país que se había convertido en cementerio de sus hijos, en el loco de sus tiranos? ¿Por qué preferir a la gloria y el respeto el menosprecio de la ignorancia y el odio de la envidia? Mas Toro no vacila; por bella que sea la tierra del extranjero y por grandes promesas que haga, jamás reemplaza aquella en que nacimos. Todo lo desdeña, y después de haberasegurado la paz de la República, vuelve, nuevo Anacarsis, a morir en su seno.
En todas partes se agita el hombre sobre el mar de la vida, llena de vanos dolores. Pero en nuestra tierra desgraciada, hasta la copa del placer se llena de ajenjo; la primavera de los años se ex­tingue sin honor; suspira la virtud en el menosprecio; toda esperanza es quimera; la existencia es un sueño doloroso... Para estar tranquilo habría tenido que vivir sin entrañas en medio de las convulsiones de la historia con­temporánea. Pero ¡cuál sería su dolor al ver la patria amada convertida en -sepulcro de ilusiones muertas! ¡Al asistir a la crucifixión de un pueblo infortunado!... Sobre la cima del pensamiento, alabatir sobre el sombrío valle que habitamos, su mirada de águila, despedazado el corazón, bajaba a mezclarse en nuestras tristes miserias, para alegrarse con nuestros vanos contentos, dar lágrimas al dolor, consuelo al infortunio, excusa a todas las faltas, suplicas por todas las desgracias , animación a todas las esperanzas . El desdén de su labio silencioso era piedad; su erguida frente no acusaba a sus compatriotas envilecidos sino al destino inexorable….
Yo te saludo, amigo; no en esa fosa estrecha, sino en los espacios luminosos, donde innumerables astros giran con desconocida armonía sobre este pequeño túmulo que llamamos nuestro universo!
(Juan Vicente González, Meseniana a Fermín Toro)
 OJO: Las Mesenianas, por su parte, son poemas en prosa de tono elegíaco, en los que canta a sus grandes muertos, las esperanzas difuntas y las desgracias de la patria.

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